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JACQUELINE

¿Qué me ofreció Jacqueline para mi avance personal?

Como me dijo mi amiga Ilsen, esa es una pregunta muy “new age” que les hice a algunos de los allegados y a la familia.

Explico, estaba acostumbrada a oír a la gente que venía a mi casa decir que Jacqueline era paciente y sabía escuchar, que ayudaba en lo personal, que siempre daba consejos para enfrentar un problema, que daba aliento para superar los obstáculos, tanto profesionales como personales, que incluso hacía diligencias para resolver alguna situación engorrosa, en fin, se dedicaba a ayudar a los demás sin separar el aspecto profesional del personal.

Todos podemos tener acceso à su obra, en tanto que antropóloga, consultando internet o los dos tomos de sus escritos que ya han salido, pero lo que ella era como persona es lo que quisiera resaltar. Y eso no aparece en los libros.

Pedí un párrafo sobre ella. Algunos se pasaron, pero quién soy yo para reprimir flujos de palabras.

Cristina Helena

 

Enérgica maestra Leona, desde bebé me hizo conocer Objetos y Mitos originarios de los indígenas. También me familiarizó con la mitología celta y eso es algo que hasta el día de hoy y en adelante ha sido y será una influencia muy importante en mis gustos e intereses hacia el origen de las civilizaciones. Muy humanista y muy humana en el sentido empático de la palabra. Recuerdo que me contó el mito del Cachicamo de Oro y el de Arco y Arca:

“Cada comunidad tenía sus viviendas y cultivos en las partes altas y en partes bajas cercanas y este patrón de asentamiento lo ha tenido hasta muy recientemente el campesino de Mérida, pero lo ha venido perdiendo progresivamente desde la década de los 80 muy especialmente, por la re-estructuración a la que llevó obligatoriamente el crecimiento de las ciudades y sus áreas de influencia.

Dieron así mismo esos mitos «indicaciones para cuidar el ambiente ecológico», ya que siempre se les recalca en los mitos de origen de la Cordillera y de los humanos, así como en otros mitos (como los que comentan el origen de las enfermedades, entre otros), que el medioambiente pertenece a los dioses: en nuestra Cordillera se les llama hoy a estos Arco y Arca, es decir, en lengua indígena: Ches, Shuu y Shia, bajados antaño de la Vía Láctea, relacionados con el sol, la luna y el arco-iris, así como con la alta montaña, las lagunas y ríos. Hay otro ser que cayó antaño directamente del Sol: el Cachicamo de Oro, que come tierra y fabrica con ésta en sus propias entrañas el oro que él expulsa luego, bajo la forma de peloticas con las cuales construye permanentemente la Gran Viga de Oro que sostiene el mundo en equilibrio y que protege nuestras montañas de la erosión, pidiendo solamente a  cambio a los humanos que le hagan ofrendas y que respeten el medioambiente, cosa que infelizmente se les olvida, por influencia de los aportes culturales caóticos que reciben de la ciudad y que crean confusión, de modo que se van abandonando los antiguos conocimientos llenos de sabiduría, confiando en que se sabe más en la ciudad; esto nos lleva a sufrir los desastres como el último del mes de febrero en Mérida, la llamada “vaguada”, venganza de los Encantos de la Cordillera, que posiblemente se volverán a vengar pronto, con las nuevas lluvias, ya que no se están tomando las medidas necesarias para prevenir tales catástrofes y se han expandido siempre permisos para construir en zonas de alto riesgo”. (Boletín Antropológico. Año 23, No 63, Enero-Abril, 2005. ISSN:1325-2610. Universidad de Los Andes. Mérida. Jacqueline Clarac. El “Mito total”: razones de su vigencia... pp. 67-74).

 

Siempre respetando y ayudando en lo posible a las comunidades indígenas, buscando aprender de ellos los saberes ancestrales. Mujer admirable con mucha fuerza de voluntad. Aprendí con ella también ese respeto hacia ellos, sus mitos y costumbres. También mi primer contacto con el hecho de que en algún momento nos toca a cada uno de nosotros partir de este mundo, fue algo a lo que me enfrentó con el mayor amor del mundo, cuando en el museo observábamos

los huesos y momias que allí había y que probablemente aún estén allí. Junto con las costumbres y rituales de enterramiento.

Una experiencia con ella resalta mucho: me contó que durante una operación que le hicieron de niña, sintió que salió de su cuerpo, que viajó velozmente hacia las estrellas, que empezó a girar en torno a una de ellas y que escuchó una voz que le decía: “esta Estrella eres tú”. Hace poco, caminaba con mis hijos y ya se veían las estrellas, Erik vio una que estaba sobre su cabeza y que lo seguía, nos dijo: “Esa Estrella es la Bonne Maman”. (Así de decíamos sus nietos de pequeños y así se refieren a ella sus bisnietas y bisnietos). Las enseñanzas se siguen transmitiendo de generación en generación y no solo en la familia, sino que acompañan también a todas las personas que aprendieron algo con ella y en el momento justo aparecen

en nuestros recuerdos, como si ella nos los susurrara desde donde está, para ayudarnos con alguna situación o darnos fuerza en muchas otras.

Siento infinito agradecimiento por haber podido compartir tantos momentos esencialmente importantes con ella y también por todas las enseñanzas que nos transmitió. Amor infinito hacia donde esté, tal vez ahora haya regresado a su estrella y nos observe desde allí.

Katharina Briceño Ferlmann

(Una de sus nietas)

 

 

Recuerdo la primera vez que expuse en una de nuestras clases (porque así las sentía: nuestras, compartidas), el tema que elegí fue el vampirismo. A Jacqueline agradó el alarde de lecturas atropelladas e ingenua erudición de aquella temprana profesión de pasión por la Mitología, que aún me desvela. Desde aquella primera vez, quedé hechizado por el azul celeste de los ojos de mi Profesora Marie Henriette Jacqueline Clarac de Briceño, que es su nombre completo, y que descubrí después, mucho más tarde en un documento notariado en el que me autoriza “ante la UNEFM en todos los trámites académicos y administrativos, pero muy especialmente para recibir y retirar mi nombramiento de Doctora Honoris Causa”. Como colofón, debajo de la firma, dos huellas dactilares semejan dos bonitos murciélagos. Siembro el compromiso de las palabras de Jacqueline, que recuerdan a las Diosas Madres de tiempos ancestrales, y que me tocan el alma desde adentro como alumno suyo que soy, desde aquellos relatos a la sombra de vampiros juveniles y rebeldes: “Tengo un buen grupo de investigación y espero que no se desintegre. Los voy a ayudar en todo lo que pueda, hasta el final.” A lo que añado, como discípulo de Jacqueline que seré: y más allá...   

Camilo Morón. 

 

 

Al cumplirse un año de tu partida, Comadre Jacqueline Clarac de Briceño, muchas gracias porque fui tu alumna de la materia de antropología, allí comenzó mi interés por la etnografía, me inicie en sus seminarios de formación en etnografía, etnología, así como los discernimientos sobre la etnohistoria como nueva metodología para abordar el campo etnográfico e histórico. Así como mi tutora en mi tesis de grado de historia: Influencia de la Cultura Negra en Mérida, la tesis sobre Museología, siempre tuve su compañía tanto el saber cómo personal, pues se convirtió en la madrina de mi hija Nakassy a quien siempre ayudo y acompaño. Mil gracias. Desde el cielo nos sigues bendiciendo.

Francisca Rangel

 

 

Coincidimos en un momento de la vida de ella y mía en la cual había un camino indefinido estábamos muy cerca pero no nos veíamos con claridad, pero ambas decidimos a lo mismo, a andar juntas. 

Nos conocimos a través de su hija Cristina. Comencé a visitarla con frecuencia a su casa después q Cristina se fue para Caracas y luego Francia. Hacia cosas del hogar, cuidar a Ricardo, estar a su lado mientras tocaba violín e incluso cuando ambos, padre e hijo tocaban.

Tal vez yo añoraba ser madre, necesita saber cómo vivir con un niño y ella también tal vez, con su hijo con la ausencia de Cristina. Buscábamos paz interior. Tal vez pasaron dos años así, y nos fuimos alejando, yo comencé a viajar a Caracas por razones familiares, luego para hacer mi tesis de grado en la Universidad Central de Venezuela. Volví a Mérida a trabajar y nos volvimos a ver, los visitaba, con ella vivían José Manuel, Kati la hija de Ricardo y Carlos Julio, mi hijo y a mí que los visitaba con frecuencia.  Fueron años de grandeza y felicidad para nosotras, una amistad duradera.

 

Cuando regrese a Mérida, por razones de trabajo, nos volvimos a ver, Ricardo había regresado de Alemania con su compañera que esperaba un bebé.  Época para un tremendo encuentro, puesto que ella Jacqueline iniciaba una nueva vida, con una nieta en la casa Agla, y yo también porque me acompañaba mi hijo de un año.Su casa fue mi segunda casa, aprendí cosas, la diferencia entre arqueología, antropología, etnología, la diversidad de culturas en Venezuela, saborear comidas antillanas, especialmente de las islas de Guadalupe y Martinica. Algo desconocido para mí fue saber que en esta última isla los isleños tumbaron la cabeza de  la estatua de Josefina Bonaparte. 

Puedo decir que estar a su lado me llevo a un mundo desconocido, pero realmente existente.

Mucho hay que agradecerle a la vida.

Maricela Sosa

 

 

Mi tía Jacqueline.  Me ayudo a crecer con su espíritu de superación y lucha para alcanzar sus objetivos.  Gracias, tía.

Raquel López Briceño

 

 

Hace casi cinco décadas que conocí a la Profesora Jacqueline Clarac de Briceño, y si

bien podría mencionar muchas circunstancias acerca de cómo me ayudó a crecer como persona, como profesional y sobre todo como venezolano de origen inmigrante, situación esta última en la que nos reconocimos tempranamente y generó natural afinidad. Escojo una que se relaciona con su condición de docente entregada a transmitir el amor al conocimiento, de científica apasionada por comprender y de persona capacitada para oír, entender, aconsejar, reprender y guiar, labores que ella desempeñó en un contexto histórico como el venezolano, en el cual se orientaba una riqueza petrolera que sobredimensionaba la capacidad instalada de recursos, trabajo y capital, hacia el ascenso social y la occidentalización acelerada y forzada de su mayoritaria población rural, mediante la formación laboral y profesional. Esto permitió, en mi caso, que pudiera acceder a una Universidad pública como la ULA, con clases, bibliotecas, actividades de extensión en teatro, cine y deportes, transporte, comedor, residencias y becas de completa gratuidad, y ser alumno de ella, quien, no sin paradoja en aquel contexto, con nuevos métodos, perspectivas y fuentes de información, en las aulas de clase, revistas, libros, conferencias y muchos diálogos fructíferos, supo enseñar a varias generaciones de jóvenes a valorizar lo que se quería ‘desplazar’: las raíces indígenas, las comunidades campesinas, los saberes populares, la arquitectura tradicional, las raíces africanas y las inmigraciones europeas y latinoamericanas de pobres en busca de superar su situación. Así pude adquirir consciencia del país, la sociedad, la historia y la cultura donde había sido insertado como parte de una familia canaria, para encontrar un legítimo lugar socio-histórico-cultural en Venezuela.

Miguel Angel Rodríguez Lorenzo

 

 

Cómo Jacqueline me ayudó a crecer en lo personal:

Jacqueline para mí es un ejemplo de persona y de profesional porque fue capaz de superar sus limitaciones físicas y construir en medio de las dificultades.  Las personas como Jacqueline son emblemáticas, sin aspavientos se convirtió en una escuela. 

En lo personal me mostró que si uno quiere, con trabajo se pueden superar grandes dificultades. 

El conocerla me puso en contacto con su maravillosa familia quienes ahora son parte de la mía. 

Nalúa Silva Monterrey

 

 

Conocí a Jacqueline Clarac de Briceño en el año 1.982 un día maravilloso de mi vida. Fue el día de mi boda con su sobrino Daniel López Briceño. Desde ese día y por los siguientes 40 años que formó parte directa de nuestras vidas fue y seguirá siendo mi fuente de inspiración como Mujer, Hermana, Esposa, Madre, Abuela, Tía, y AMIGA. En especial como Profesora-investigadora y Maestra de Maestros. 

Siempre vive en nuestros corazones.  

Este no fue un motivo fácil para definir en pocas palabras lo que significó para Mí en lo personal tener la dicha de compartir tantos años con La TÍA KAKI como le decía Daniel David chiquito y después mis hijas. Fueron muchos años, muchas visitas a Mérida (por lo menos dos veces al año) y muchísimas conversaciones en esa amada casa donde al calor de un rico “Té de Mastranto”, que TODO lo curaba, compartimos diferentes temas. 

Hoy a un año de su partida-física…su legado como Esposa y Madre está muy vivo en mí.

Con especial cariño, Zabdy Parra de López y tus Sobrinos.

                   

 

Para Jacqueline: 

Querida Jacqueline fuiste maestra, amiga y madre para mí. Tu enseñanza es mi guía en la vida diaria para seguir con fuerza y Amor a pesar de todas las trabas que se presentan.

Tienes un puesto grande en mi corazón.

Con mucho amor.

Heidi Ferlmann

 

 

La Sra Jacqueline me abrió las puertas de su casa más que como a una empleada como una amiga, fue tanta la confianza desde el primer día que me sentí como si fuera mi casa. A ella le gustaba contarme muchas anécdotas de su vida tanto profesional como personal y a mí me encantaba escucharla, con ella aprendí y recibí muchos consejos, eso me hizo llegar a quererla y respetarla siempre. La atendí con mucho cariño y paciencia y ella lo sabía, por eso no entendimos de tan bonita manera, la extraño mucho y siempre estará en mi corazón.

Amalia Rodríguez

 

 

La profesora estuvo en mi vida desde muy niña. Tal vez desde mis 6 años.  Y en la vida de toda mi familia.  Con ella aprendí mis primeras palabras en idioma francés.

Siempre le tuve mucho respeto y admiración. Siempre se preocupó porque yo no abandonara. La secundaria y siempre preocupada por nuestra superación 

Fue para mí como una segunda mamá.   

Donde diosito la tenga que descanse en paz y siempre estará en nosotros.

Vicenta Rincón


 

Jacqueline tus sueños tus valores tu forma de ver la vida todo eso continua a través de tu hija no es fácil amiga pero día a día aprendí a llevarte en mi corazón tu ausencia física es un vacío que duele pero tu esencia permanece en mí el emira

Emira López

 

 

La profesora Jacqueline Clarac de Briceño cambió mi vida. Antes, mi pasión estaba centrada en el periodismo y la escritura de narrativa. Pero, cuando me formé con ella, me enamoré de la antropología, pero de una antropología, no ajena a mi comunidad, a mi país, sino una antropología para comprenderme a mí misma en función de mi familia, mis vecinos, de la complejidad histórico-socio-cultural de Venezuela. Con ella aprendí a hacer estudios de parentesco, a leer e interpretar la arqueología, a aplicar la metodología etnohistórica, a hacer investigaciones con rigurosidad metodológica, a dar clases. La profesora Jacqueline Clarac de Briceño, además de mi maestra, ha sido mi consejera (sigue siéndolo casa vez que leo sus libros), mi amiga, mi madre académica. Una vez me dijo, ante la incertidumbre de una investigadora novel: "Ante todo, cree en tí. Mírame, yo tuve que crear islas para poder trabajar en la universidad". La imagino en una universidad con una cultura patriarcal, escolástica y clasista, trabajando desde la disidencia pese a tantas dificultades. Su camino no fue fácil, el reconocimiento de su obra aún tarda, pero seguiremos trabajando para visibilizarla, para leerla y dar a conocer su legado.

Annel Mejías Guiza

 

 

Lo que sería más importante, es cuando me insistió en que para conseguir información de las personas se debe decidir cual enfoque tomar.

Porque algunas personas son dadas a respuestas cortas, por lo general afirmando o negando sobre el punto que estamos investigando (a esas personas lo más adecuado es presentarles un cuestionario).

Luego tenemos personas más conversadoras, dadas a intercambiar ideas, anécdotas, historias (esas personas lo mejor es picarles la lengua) se debe estar atento a cuales detalles los hacen sentir cómodos y una vez logrado, ya las personas comienzan a hablar (ese tipo de personas es bueno grabarlos)

Creo que entre tantas cosas que me habló Jacqueline, esa me quedo grabada.

José Santos Contreras

 

 

"Cómo Jacqueline me ayudó a crecer en lo personal"

Jacqueline me mostró coherencia, esfuerzo y entrega en el quehacer académico. En su hogar me mostró finas maneras, esmero y pulcritud al recibir y atender sus obligaciones. Me hizo saber que la cordillera donde vivíamos era un lugar sagrado donde las aves, el arco iris y los bejucos convivían conectados a la vía láctea. Un valle en el que las lagunas se desplazan de un lugar a otro, buscando el reposo en lugares más bajos y la Ciudad lo hizo en dirección contraria. Me demostró que los cuentos que escuché durante mi niñez transportaban retazos casi completos de historia oral que migró a esta lengua. Compartió conmigo secretos esotéricos de ritualidades públicas. Se despidió de mí, revelando el cariño especial con el que siempre me distinguió.

Juan Mahíz

 


MI TRANSITAR JUNTO A JACQUELINE CLARAC DE BRICEÑ0

Decía mi abuela,  tenga memoria siempre, ella contiene el recuerdo como un todo, por eso desde este espacio en que tengo raíces, elevo mi mirada al tiempo  para descubrirte en el camino trasversal de mi vida; aprendiz de encantador de sueños, cuando los compromisos eran solo quimeras balanceándose entre la luz de las estrellas, te descubrí, con tu paso lento y tu sonrisa fresca, venías con tu mirada encendida de palabras y  contenidos nuevos, eran los mediados de los años setenta, indómitos y rebeldes, transgresores del verbo; la fuerza de tu andar estaba sustentada por ese dialogo entre dioses y humanos andinos,  habitantes permanentes  de la memoria originaria.   

Como deidad  andina y alada  desplegaste y  acobijaste bajo tu plumaje de conocimiento renovador,  la necesidad de  formar utopía de futuro, condición necesaria  para la reconstrucción de esa historia olvidada; enseñaste la  lucha silenciosa para borrar la llamada vergüenza étnica, tu palabra era el dialogo que nos hacía descubrir el otro en nosotros, comprendiéndonos y comprometiéndonos desde lo propio, necesario es quebrar la impronta neocolonizadora  decías, y establecer nuevas vías imaginarias  de estudio análisis y comprensión,  para el abordaje de una sociedad, que no tenga pena de sí; de esa fuerza diaria, inagotable e incansable, de  esa constante búsqueda no conforme con lo obtenido, siempre nos conducías al necesario  seguir investigando, al escudriñar permanente, al ir más allá, a no ser conformistas. 

Nunca guardó para si su sabiduría, prodigó conocimiento, orientación, formación académica, mano constante extendida para la palabra y el consejo oportuno, jamás aceptó el cansancio como excusa, formada en el estructuralismo, se descubrió  comprometida con la antropología de lo social, formó escuela, y nos hizo partícipes de ella,  prodigó permanentemente una ternura mágica, iluminada  por tonos de arco iris encantado de simbologías que nos enseñó a leer, en clases que concluían tertulias llenas de significados; gracias a su trabajo inquebrantable, la antropología andina merideña ocupa un sitial  importante  en el concierto del pensamiento social de los pueblos de las Américas del Sur.

Gracias por permíteme ser transeúnte de su conocimiento, por depositar en mi tanta cavilación, tanta forma nueva de percibir ese entorno que nos circunscribe. Gracias por su tiempo y palabra en mi tiempo, por acercarme al umbral para percibir la dolorosa carga de ver sus dioses en exilio y cómo desde la reconstrucción social convivir con  su persistencia resistencia y lucha.

Antonio J. Niño


 

Un día iba Adelaida Villalba caminando el día de San Isidro hacia la Parroquia, con muchos campesinos de la Pedregosa quienes llevaban a sus animales para ser bendecidos en la Iglesia de allá, era tempranito por la mañana, y Jacqueline me vio con mis dos hijos, llevábamos todos unas velitas encendidas. Me dijo que no sabía que yo era creyente y que le gustaría hablar conmigo después. Gracias, le dije y cuando regresé de la Parroquia, toqué el timbre de su casa o ya estaba abierta, la llamé y me enseñó a rezar unas oraciones de la Biblia, en un cierto orden y en voz bajita. Todavía rezo las oraciones y creo que se las enseñó el Sr. Dalmau, quien formó al Profesor Briceño Guerrero.

 

Jacqueline nos invitaba casi todos los domingos cuando estaba el Profesor en Mérida a almorzar con ellos. Ella tenía preparados uno o dos perniles y nosotros llevábamos diferentes ensaladas. Por ejemplo, si yo llevaba una de papas, Lionel y Luisa llevaban una de lechuga con tomate y pasábamos un domingo poniéndonos al día sobre nuestras cosas, nuestras viditas, además de comer sano. Le pregunté cómo preparar un pernil así y me dijo que ella lo preparaba con romero y con ajo. Machacaba los ajos y le abría huecos al pernil con un cuchillo fino y por ahí metía los aliños y por encima del pernil le echaba una cerveza y lo metía al horno hasta que estuviera oliendo sabroso. También me contó que, si encontraba vino, en vez de cerveza, se lo echaba al pernil y le quedaba muy bien. Me dijo que ella sabía que yo llevaba a mis hijos, Juan y Ana, a pasear a la cochinera cercana de mi casa, porque su hijo Ricardo se lo había contado. Me sugirió que yo podría ganar dinero si compraba perniles y los preparaba cómo ella. Así lo hice mientras viví. Gané suficiente para comprarle una cama a Juan de Jesús y así dormir con mis hijos en otro cuarto porque estaba pensando en divorciarme del Poeta Acevedo. Quería terminar primero la Carrera de Letras que había empezado en la UCV. Finalmente me gradué bien.

 

Una vez, porque le tenía mucha confianza, fui temprano por la mañana, antes de que se fuera para el trabajo y le mostré unas marcas en mi cuerpo de unos correazos que el Poeta Acevedo me dio con la hebilla de la correa porque no quise acostarme con él, ni dejaba que se me acercara. Juancito, como de 6 años me defendió un día y su papá le dijo que le iba a pegar a él también y que no se metiera en lo que no le importaba. Jacqueline me dijo que en general los hombres que le pegaban a las mujeres eran cobardes. Que iba a buscarme una correa que ella tenía por ahí y así cuando él viniera a pegarme, yo sacara mi propia correa y me enfrentara a él. Santo remedio.

 

Le conté que mis hijos dormían por las tardes y yo tenía demasiado tiempo libre sin hacer nada y me recomendó decorar las paredes de mi casa, por la parte de arriba, cerca del techo, con Petroglifos venezolanos, de una colección de Marc de Civrieux, ese autor cuya colección me prestó Jacqueline. Vino a ver cómo me estaban quedando y le gustaron. Me preguntó que porqué los pintaba en color verde y le conté que, aunque no sabía de astrología, me habían dicho que a las Tauro como yo, nos convenía el verde. Fui muy feliz pintando esos Petroglifos y varios amigos venían y se interesaron en los Petroglifos venezolanos. 

 

Le conté que como iba a comenzar a estudiar en la Universidad de los Andes, la ULA, donde mí marido era Profesor, me daba pena ir con la misma ropa, porque había dejado mi ropa en Caracas. Ella me dijo que la ropa de ella no me servía ni la de Cristina. Me buscó una Chaqueta como la que ella usaba, un poco más corta, para que no se me vieran las mismas franelas y lo hice así, problema resuelto.

 

Como iba a estudiar, debía dejar a mis hijos en el Colegio y después recogerlos, y algunos días no podía salir a tiempo. Le dije que no encontraba quien pudiera ayudarme con esas tareas y hasta quizás ayudarme con la cocina, como estuve acostumbrada en mi casa de Caracas, dónde mi abuela Carmen nos cocinaba muy sabroso. Me recomendó que le preguntara a mí antigua casera, la Señorita Josefa que esta   

 

Dávila, quien conocía mucha gente en la Iglesia de San Rafael. Y así llegó una muchacha muy buena y humilde, encantada de ayudarme y de comer muy bien y en la misma mesa con nosotros. Incluso hasta una vez me ayudó a salvarle la vida al Poeta Acevedo, una vez que sus amigos de parranda lo tiraron en la carretera y lo fuimos a recoger y lo acostamos y le quitamos los zapatos. Me dijo que parecía que se iba a morir. Entonces le dije que si había algún médico cerca y me dijo que buscaría a una doctora que no cobraba y estaba muy cerca. Yo me quedé con él y llamé a mis hijos para que lo cuidáramos juntos. Y llegó Mercedes Duque y así nos conocimos.

Adelaida Villalba

 

 

Como influyo la profesora Jacqueline Clarac en mi Vida

La profesora Jacqueline Clarac de Briceño tuvo un impacto importante  en mi formación humana, académica y cultural, ella siempre estuvo con su magistral conocimiento, en el área antropológica pendiente que asistiera a todos los eventos que se hacían, me estímulo a estudiar siempre a pesar de la edad, fue baluarte en mi vida, dictó cátedra humana y de conocimientos  en las diferentes áreas de la antropología, pendiente de los avances de uno inculco el amor por el trabajo, necesidad de investigar bien,  con sus publicaciones dejó un legado importante  para entender pasado de cultura  nuestra , de los andino, de lo propio primero que de lo de  afuera, siempre me llamo la atención y contenido de sus libros, de forma especial la  cultura campesina  y dioses en exilio, marcaron ese amor por lo propio. La profesora fue un ser extraordinario inmensamente humanista y fundadora de muchas instituciones como el museo arqueológico donde me siento orgulloso de haber trabajado por más de 25 años a su lado.

Ramon Ibarra Rondón



Jacqueline Clarac de Briceño MAESTRA por y para la vida.

La vida, ese soplo de estar, sentir, pensar y actuar, en un periodo histórico, con su contexto y realidades concretas, pero también con sueños y utopías realizables, nos permite conocer a personas, que, aunque fueron pocas horas, minutos y segundos, nos marcan en lo más profundo del espíritu, como lo dijo el escritor Eduardo Galeano… son como esos carbones prendidos que con sus centellas de fuego, prenden luz a otros y otras, para contagiar en ese periplo de caminar por lo que es la vida…

Así fue ese conocer, con la profesora e investigadora Jacqueline, en esos días del año 2019, primeramente, en su casa, ubicada en la Pedregosa, Mérida, Venezuela, donde se intercambiaron ideas, ya que Jacqueline tenía una – donar un terreno de su propiedad para la construcción de una casa cultural – ahí, solo con ese gesto, percibí el desprendimiento material, donde en la sociedad que tenemos, la felicidad impuesta es tener, tener, tener bienes materiales.

Luego le pedí a una amiga común, Amalia Rodríguez, que por favor le comunicara la posibilidad de compartir un conversatorio con una comunidad de aprendizaje en ciencias comunales, ubicada en San Juan, municipio Sucre, del estado Mérida, de inmediato recibí la respuesta, entregada por Amalia – con mucho gusto, cuenta con ello – ya al conversar personalmente, le solicité que el conversatorio estuviera centrado en – La universidad que tenemos y la universidad que debemos transformar, y como el movimiento social-comunal puede incidir en ello, a través de una participación consciente, protagónica y corresponsable – Ese día llegó, y con entusiasmo la recibimos, pues ya conocíamos su transitar como antropólogo, docente e investigadora, pero ese día del conversatorio, cerca de tres horas, fueron de profundas reflexiones, con un lenguaje sencillo y a la vez profundo, nos recorrió por un horizonte, de aprendizajes, realidades, y contradicciones que dialécticamente encontramos en ese construir, esos momentos fueron para mí como si hubiese estado cursando un seminario, o una o varias unidades curriculares, no solo habló de la universidad, sino los enlazó con la historia, la vida, con los contextos, y con las demandas por construir.

Esos pocos momentos que compartí con Jacqueline, alimentó mi alma, me invitó a repensar permanentemente, me señaló senderos de lucha, pero en esencia me invitó sin decírmelo a no doblegar en la lucha, y seguir construyendo la esperanza de manera colectiva, el nosotros/as, la comunidad, la comuna, es el horizonte.

Gracias a la vida, por permitirme conocer a una MAESTRA, que transcendió los espacios de la universidad, se sembró en los corazones de hombres y mujeres, no solo por sus conocimientos profesionales, sino por el conocimiento de la vida, y como debemos obrar para seguir construyendo la felicidad humana.

Un discípulo que sigue leyendo sus aportes, reciba un inmenso y fraternal abrazo, maestra en cada lucha que emprendemos está con nosotros.

Néstor Hugo Angulo



De nuestra querida Nelly Lhermilier, traductora al francés de los libros de JMBG:

 

Texto en español:

En diciembre de 1980, con nuestro doctorado en etnología en la mano, Alex y yo aterrizamos en Venezuela con nuestros hijos, con la esperanza de continuar nuestro trabajo de campo entre los Yukpa de la Sierra de Perijà, pero también de encontrar trabajo en una universidad venezolana, porque nuestro plan era quedarnos varios años en este país para continuar nuestra investigación. Poco después de nuestra llegada supimos que la Universidad de los Andes buscaba un profesor de Antropología. Alex fue a Mérida para saber más: tenía que armar un expediente, pedir certificaciones, un permiso de residencia... Finalmente, después de muchas reuniones, incertidumbres, se tomó la decisión: gracias al apoyo de la Prof. Jacqueline Clarac de Briceño, directora del departamento de antropología, dio a conocer su candidatura, Alex se convirtió oficialmente en profesor de etnología general de la ULA.

Me estaba quedando con unos amigos en Maracaibo con nuestros hijos, a quienes cada vez les resultaba más difícil sobrellevar la ausencia de su padre, quien se veía obligado a ir y venir entre Mérida y Maracaibo. Informada de la situación, Jacqueline se ofreció a alojar a toda la familia en su casa de La Pedregosa, y así pasamos más de 2 meses con los Briceño Guerrero, quienes se convirtieron en abuelos sustitutos de nuestros hijos. Con ellos participamos en la elaboración de las tradicionales hallacas navideñas antes de instalarnos en una casa en el Valle.

 

Más tarde conocimos a los nietos que vinieron de París y, con el tiempo, nuestros recuerdos compartidos, que se remontan a 40 años atrás, han unido indisolublemente a nuestras dos familias...

Gracias a la vida por darnos el regalo de conocer a una persona tan generosa, solidaria y alegre como Jacqueline Clarac de Briceño. Ella permanecerá por siempre en nuestros corazones.

 

Texto en francés

En décembre 1980, notre doctorat d’ethnologie en poche, Alex et moi avons débarqué au Venezuela avec nos enfants, dans l’espoir de continuer notre travail de terrain chez les Yukpa de la Sierra de Perijà, mais aussi de trouver du travail dans une université vénézuélienne, car notre projet était de rester plusieurs années dans ce pays pour y poursuivre nos recherches. Peu après notre arrivée, nous avons appris que l’Université des Andes cherchait un professeur d’Anthropologie. Alex s'est rendu à Mérida afin d’en apprendre davantage : il fallait monter un dossier, demander des certifications, une autorisation de séjour… Enfin, après bien des réunions, des incertitudes, la décision est tombée : grâce au soutien que la Prof. Jacqueline Clara de Briceño, directrice du département d’anthropologie, avait apporté à sa candidature, Alex devenait officiellement professeur d’ethnologie générale à la ULA.

J'étais hébergée chez des amis de Maracaibo avec nos enfants, qui supportaient de plus en plus mal les absences de leur père, contraint de faire des allées et venues entre Mérida et Maracaibo. Informée de la situation, Jacqueline a proposé d’héberger toute la famille dans sa maison de La Pedregosa, et c’est ainsi que nous avons passé plus de 2 mois chez les Briceño Guerrero, devenus des grands-parents de substitution pour nos enfants. Avec eux, nous avons participé à la confection des hallacas traditionnelles de Noël avant de nous installer dans une maison du Valle. 

Plus tard, nous avons rencontré les petits enfants venus de Paris et au fil du temps nos souvenirs communs, vieux de 40 ans, ont indéfectiblement lié nos deux familles… 

Merci à la vie de nous avoir fait le don de rencontrer une personne aussi généreuse, bienveillante et joyeuse que Jacqueline Clarac de Briceño. Elle restera à jamais dans nos cœurs.

Nelly LHERMILLIER

 

 

¿Cómo conocí a Jacqueline Clarac de Briceño y qué impacto tuvo en mi vida?

Soy graduado de antropólogo social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México en 1978. Durante 4 años trabajé en esa escuela con los antropólogos franceses más importantes del momento: Claude Levi Strauss, Enmamnuel Terray, Pierre Philippe Rey y Maurice Godelier en un ambiente académico muy crítico y altamente complejo.

En 1979 entro en Venezuela a la maestría del IVIC en Antropología Social, altamente influenciada por la escuela norteamericana de antropología de donde venían docentes invitados que apoyaban a investigadores locales que también se habían graduado en Estados Unidos. Ya estando en este ambiente empecé a escuchar hablar del grupo de antropólogos de la Universidad de los Andes encabezados por una antropóloga de ascendencia francesa que intentaba crear un grupo de investigación en una universidad donde no había escuela de antropología (la única existente para el momento estaba en Caracas en la Universidad Central de Venezuela) una tarea ciclópea en un país donde se privilegiaba la docencia en las instituciones universitarias. Su persistencia e inteligencia le permitió crear y consolidar  un grupo de investigación asociado a un museo: el hoy reconocido Museo Arqueológico de la Universidad de los Andes.

Conocí a Jacqueline cuando egresaba de la maestría del IVIC y ya como investigador del Instituto Caribe de Antropología y Sociología de la Fundación La Salle cuando coincidimos en una reunión de la Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia, ASOVAC. Ella era un ser con luz propia. Más allá de su fragilidad física, mostraba solidez en sus argumentos tras una sonrisa dulce. Era una mujer de convicciones que no impedía que estuviera dispuesta a escuchar.

Yo ayudaba a organizar en esos tiempos el 2do Congreso Piaroa en un ambiente tenso promovido por la invasión de Herman Zingg Reverón a las tierras ancestrales de los piaroas en el Valle de Guanay. Conversando sobre el tema con ella, comprometida como estaba con la lucha de los pueblos indígenas por el reconocimiento de sus derechos, me pidió que escribiera un artículo sobre los dos Congresos el de 1984 y el de 1985. El articulo salió publicado en el numero 7 del Boletín Antropológico editado por ella y su equipo y se repitió casi igual en un número de La Iglesia en Amazonas mas preocupados en ese tiempo por la visibilidad de lo que ocurría en el campo que por la originalidad de las publicaciones. A partir de ese momento nació entre nosotros una profunda amistad.

En 1989, teniendo yo de compañera de aventuras a la colega Nalua Silva Monterrey, nos propusimos irnos a Francia a hacer el doctorado. No conocíamos a mucha gente en Francia y el dinero no nos sobraba. Habíamos vendido dos carros viejos y nos íbamos con créditos limitados de la Fundación Mariscal de Ayacucho a iniciar nuestra aventura francesa. Poco antes de salir a Francia, Nalua y Jacqueline conversaron al respecto y Jacqueline, sin pensarlo mucho, comprometió a su hija Cristina Briceño-Fustec quien hacia familia en Francia con su esposo Pierre y sus tres hijos para que nos recibieran en un pequeño apartamento de Paris donde llegamos y estuvimos casi dos meses mientras conseguíamos un sitio donde vivir. La dificultad de vivir apretados solo puede ser superada con amor y generosidad. La compenetración lograda entre la familia Fustec y nosotros fundó una amistad que perdura sin que el tiempo transcurrido hay logrado minimizarla. Jacqueline no solo nos facilitó la integración a un país diferente, sino que creó las condiciones para que su familia se convirtiera en nuestra familia mientras estuvimos en Francia y que ello perdurara para siempre.

La relación familiar establecida con la Familia Briceño Clarac transformó una relación profesional altamente creativa en una relación afectiva profunda. Tanto Nalua como yo, luego de fundar el Centro de Investigaciones Antropológicas de Guayana, unimos fuerzas con el equipo de Jacqueline en la ULA para fortalecer el esfuerzo por organizar, primero, una maestría y luego un Doctorado en Antropología, participar en el equipo editorial del Boletín, organizar dos congresos nacionales de antropología y dar clases en los programas de postgrado, esfuerzos importantes para un equipo como el nuestro que no estaba amparado por una carrera o posgrados en Antropología. El trabajo en conjunto fortaleció al equipo de la ULA y también fortaleció a nuestro equipo en Guayana. La puerta que abrió el Museo Arqueológico y sus posgrados en la ULA nos permitió extender nuestras relaciones con el equipo de Vladimir Aguilar de la Escuela de Derecho de la ULA.

Resumiendo, Jacqueline nos abrió puertas académicas, nos amplió el campo de la antropología, nos señaló caminos para fortalecer nuestra percepción de los procesos socioculturales en Venezuela, nos dio una familia en Francia y nos ayudó a hacernos visibles en el mundo antropológico venezolano. Ello en lo personal.

En lo profesional, ayudó a ampliar en Venezuela el campo de la antropología, creando un grupo solido de investigadores que permanece activo desde el Museo Arqueológico, pero también en el equipo que promueve las Antropologías del Sur, con lo cual su esfuerzo se globalizaba. Por si ello fuera poco, ella y su equipo estimularon la apertura de la carrera de antropología en y posgrados asociados en la Universidad del Zulia. Ciertamente, la historia de nuestra profesión difícilmente podrá pensarse sin los esfuerzos de Jacqueline por institucionalizar la antropología venezolana

La fortaleza de la obra de Jacqueline tiene como principal evidencia que con el esfuerzo de aquellos a quienes ayudó a formar, sus creaciones han logrado sobrevivir a las graves perturbaciones ocasionadas por los procesos políticos y académicos que sufre el país desde hace 25 años.

Mas pronto que tarde la historia de la antropología habrá de reconocerle su esfuerzo fundador. Mientras tanto y en lo personal yo vivo agradecido por lo mucho que nos dio.

Alexander MANSUTTI RODRIGUEZ

Cuenca, Ecuador el 20 de octubre de 2025

 

 

Mi Gurú. Tuve la hermosa oportunidad de decirte que tengo Madres y otras madres. Jacqueline, eres de mis Madres de M gigante. Con tu amor y tu severidad me diste herramientas para lograr una mejor versión de lo que soñé de mí.

Mi Gurú. En un viaje astral de estos...nos vemos.

MAÑE

 

 

Compartir las preocupaciones no solo me construye como persona, sino hace posible construir un vínculo de amor y generosidad hacia el otro u otra, con Jacqueline Clarac, mi maestra de vida y tutora de estudios, nos unió un diálogo de interrogantes aún no resueltas; ella miraba lejos y se le empañaban los ojos, cuando compartía su preocupación sobre lo que consideraba huecos de la historia,  profundas incógnitas y desaciertos no resueltos y dentro de ellos, un tema sensible que trataba de desentrañar era: porqué dijeron que los Caribes comían gente?, porqué habían infundado esa versión perversa hacia esa maravillosa etnia y pueblo guerrero, fundante de nuestra identidad Venezolana y caribeña ?.

Con ese interés encaminamos los diálogos y pesquisas sobre la malintencionada interpretación de la palabra Caribe. En la población originaria ellos y ellas se llamaban a si mismos CARIB que significa “ser valiente”, el que “no tiene miedo a nada”, los Arawak en más diálogo con los conquistadores, trasmitieron este nombre a los españoles.

Compartimos la tesis de que fue el miedo de Cristóbal Colón ante la resistencia del pueblo Caribe al sometimiento, motivo para construir el mito de que los Caribes eran salvajes, bárbaros, que no creían en nada, que mataban gente y la comían; versión que los historiadores repitieron, incluso todavía hoy las maestras los enseñan a los niños en las escuelas.

Es muy triste decíamos, que a los descendientes de los caribes, en todas las Guayanas y en Venezuela se les de esta versión tan horrible sobre sus antepasados, cuando en verdad ellos fueron unos hombres valientes, grandes guerreros, agricultores y tecnólogos.

Sugería Jacqueline que era posible que Colón uniera el término Caribe con el mito europeo escrito por   Plinio sobre hombres que se comían a otros hombres y tenían cabeza de perro, y como se dice en Latín Canis, se juntaban dos significados en esa imagen de caníbal, para referirse a los Caribes. Pre-ocupar es dar un lugar al tema de interés, en el tema de los Caribes he procurado continuar en la investigación y aclaratoria de esa versión deformada existente.

Al compartir esta remembranza, entrego a ustedes bellos y bellas personas, la honra del espíritu que ella sembró en mi, siendo mi tutora de estudios etnográficos y yo su primera graduada con el método de comunidad de aprendizaje y de Estudios Abiertos, en la UPTM (Universidad Pedagógica y Tecnológica de Mérida, Kléber Ramírez).

Mariana SUÁREZ



Para mí doña Jacqueline fue una gran persona de corazón noble. De pequeña mi padre Ramón Tatuco me llevaba en compañía de mi hermano Jonathan a que le ayudáramos a limpiar el Jardín que era muy boscoso y grande. Ver al profesor Briceño para mí era como tener a santa claus cerca por su gran barba. En navidad siempre nos daban un pequeño detalle y me encantaba que llegara esa fecha para comer del turrón rico que nos daba ella y esos libritos que tenían mucho dibujos extraños, je je je. Siempre le tuve mucho respeto a ambos.

Alejandra RINCÓN como ella siempre me llamó. 



Yo Ramón Rincón conocí a Doña Jaqueline cuando aún era muy chico y siempre le brindé mi cariño. Le trabajé durante muchos años, donde le fui tomando cariño y aprecio por su manera de ser. Era una dama única, quien nos regaló todos sus conocimientos e investigaciones que fortalecieron nuestra ilustre universidad.

Al pasar de los años, ese cariño fue creciendo tanto que los llegue ver como mis segundos padres, mis respetos para toda la familia y por dejarme ser de alguna u otra manera parte de ella.

Ya ustedes no están con nosotros Dios los tenga en su santa Gloria, mi cariño y aprecio siempre será hacia ustedes.

Un fuerte abrazo para ti, Cristina, que seguirás mostrándonos todo su legado.

Ramón Rincón 

(Tatuco)



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